lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Qué pasa?

http://www.youtube.com/watch?v=l87FDS_1cvk&feature=related

Me canso de la gente que no tiene
el corazón más que para su cuerpo.
Me canso de llorar tanto por dentro,
recuerdo que a uno con mi nombre ayer le vi riendo.

Mi vientre se retuerce de dolor por las aceras,
la cordura nunca pierde la cabeza
se me ha acabado el saldo y la paciencia
y aquí estoy agarrando con las uñas las promesas.

No sé qué pasa últimamente
que siempre me peleo con cada canción que escribo.
No sé qué pasa últimamente
será por todos los botones que yo no te quito.
No sé qué pasa últimamente
me pesa más el cuerpo si me siento más vacío.
Y yo no sé qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa,
qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa...

Ayer el hastío no pasaba
a buscarme por la puerta de mi casa.
A menudo, pienso que la madrugada
es la materia prima que revienta nuestras almas.

A veces, yo me canso de acostarme con el viento,
me arrincona en los bares el deseo.
A veces, miro a fuera y descubro
que aunque haya gente cerca estamos solos en el mundo.
No sé qué pasa últimamente
que siempre me peleo con cada canción que escribo.

No sé qué pasa últimamente
será por todos los botones que yo no te quito.
No sé qué pasa últimamente
me pesa más el cuerpo si me siento más vacío.
Y yo no sé qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa,
qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa...


¿Qué coño pasa últimamente? Cuando todo falla, cuando precisamente son tus puntos de apoyo los que se tambalean. Tienes que encontrar otros, agarrarte a un clavo ardiendo, y consigues seguir, pero ya te has quemado. Siempre he creído en la Amistad. Mucho más pura, mucho más verdadera, justa y noble que por ejemplo el amor. ¿Quién ha ido diciendo por ahí que el amor es la finalidad? Menuda chorrada de postal navideña nos han querido vender siempre. La Amistad era lo más auténtico, en lo que poder confiar siempre cosas que incluso no podías confiar a la familia. Antes la Amistad también era inocencia y confianza. La Amistad, igual que para otros el Amor, era una ilusión como tantas otras.
 
La amistad es la asociación con otras personas para hacer más llevadera nuestra existencia. Nosotros. Yo. Uno. Singular. Hay que aprender a solo tolerar, a solo estar de vez en cuando, solo tomarse unas cañas, solo aliviarse del peso para seguir. Nosotros. Yo. Uno. Singular.
 
¿Por qué Navidad está siempre llena de epifanías? ¿Existen las epifanías agradables?

Felices fiestas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

La vida y demás cosas surrealistas

Cuando se habla de la vida en sentido abstracto, parece que no se hace otra cosa que colmarla de buenos epítetos, es el regalo que nos ofrecen nuestros queridos padres, creándonos de la nada, y podemos disfrutar del mundo y de las personas que en él habitan partiendo de cero, es una bendición, porque venimos a este mundo sin nada, por eso la vida es el proceso de ir ganando por el camino, menos da una piedra.

Pero cuando se habla en sentido abstracto, nos olvidamos de lo que es la vida en esencia, de la vorágine, de la lucha y de toda su parte surrealista. Y, ¿por qué es surrealista la vida? Porque no todos vivimos la misma, la vida es subjetiva, la experimentamos desde nuestros propios ojos, desde nuestra propia mirada e interpretación. Y no vemos lo mismo. Lo surrealista nace en nosotros. La vida nace en nosotros. La muerte y el abandono también.

La vida esta llena de choques: frontales, laterales, figurados. Somos nosotros topándonos con todas las demás personas que andan a tientas en la oscuridad como nosotros, en esa habitación tan grande pero a la vez tan herméticamente cerrada en la que nos hemos empeñado en vivir. Cuando más miedo tenemos, más empujones propinamos a quienes nos acorralan en una esquina, nos encuentran en dirección contraria o tienen la mala suerte de interponerse en nuestra trayectoria. Otros choques nos salvan la vida, haciendo que nos desviemos de la ruta que seguíamos a píñón fijo hacia el precipicio.

No es cierto que nazcamos sin nada. Desde que nacemos tenemos lo más primordial: la vida. Y desde ese mismo día hasta el último libramos una enorme batalla para conservarla. En esto hay batallas y hay guerras y hay misiones suicidas, según la parte de este mundo donde abras los ojos por primera vez. Y en toda lucha, sea como sea, hay sacrificio y hay dolor.

El dolor. Aquí es donde entra en juego la parte surrealista. ¿Por qué? Porque nos es imposible aceptarlo. Hemos oído mil veces, la vida no es un camino de rosas, hay que luchar para conseguir lo que uno quiere. Pero ser partícipe de ello es otro mundo. Es darse cuenta de que los demás no ven lo que vemos, que la comprensión no es algo que pueda ganarse con palabras, que los choques pueden ser a veces bestiales y, lo peor de todo con creces, que nosotros mismos somos capaces de causar ese mismo dolor que otros nos inflingen. El dolor físico, el dolor moral... Dejan cicatrices incurables. Y qué tipo de dolor es peor que ese que llamamos Decepción. ¿No es esta una forma simbólica de morir? Es la pérdida de nuestra alegría, de nuestra ilusión, de nuestra... vida, y no hay palmadas por muy fuertes que sean que puedan despertar a este hada una vez que cae herida. Algunos lo llaman la pérdida de la inocencia, puede que, de forma totalmente lógica, cada día que pasa vayamos muriendo un poco más, pues eso es lo que realmente ocurre.

Claro que la vida es como una gran balanza. Sigo respirando, de modo que no quisiera ser cínica. La parte buena, los buenos choques, las experiencias, el aire fresco y compartir nuestras experiencias surrealistas... Supongo que sólo al final del trayecto podremos echar la vista atrás y saber qué hemos estado haciendo todo este tiempo. Quizá ese día caigamos en la cuenta de que sí existe el juicio final, y que seremos todos Dios, los juzgados y los jueces a un mismmo tiempo, cargando con la pila de años que llevamos a cuestas y con nuestras acciones y recuerdos. De momento sigue llegando hasta nuestros oídos el canto del ruiseñor, y que no queramos dejar de oírlo. Lo que venga después, seguramente, sea todavía más surrealista.

domingo, 7 de marzo de 2010

Arte

Hoy me he peleado con el ordenador, que ha hecho un amago de dejarme tirada. El pobre últimamente está más pa'cá que pa'llá (para acá suena de un raro...) y he tenido que hacer copias de seguridad novayaser.
Me he topado de pronto con un par de historias que tenía guardadas. Hace un tiempo, la escuela de escritores realizó un concurso de micro relatos de  novela negra. Eran con motivo de las novelas de Stieg Larson, y debían comenzar con la frase "La sangre sobre la nieve es más roja" y ocupar solo 300 palabras y poco.
Yo más por curiosidad que por otra cosa, me lancé a intentarlo y envié dos micro relatos.
Me he encontrado hoy con ellos en una carpeta que lleva por nombre "intentos" y me ha hecho gracia. He pensado ¿por qué no colgarlos por aquí? No es que piense que alguien me lee...
Quise escribir un relato desde el punto de visto del "autor" y otro desde el punto de vista de la "víctima". No es que piense que matar es un arte, sino que dentro de la pequeña historia que me monté, es como el asesino se llamaría.
Como siempre, poner lo que ronda en mi cabeza en palabras acaba resultando en algo que no merece ser escrito. Creo que mi principal problema es la vaguedad de las ideas que quiero contar. Pero os dejo que juzgueis vosotros.

Arte

La sangre sobre la nieve es más roja. Eso había pensado al verla allí sin vida, su melena oscura sobre la nieve, sus ojos azules ya fríos; de fondo, el sol naranja que se apagaba.
Y la quería de verdad, como nunca antes. Pero había fallado, porque sentía dolor. Pensó que él era el culpable. Un mes atrás la había atraído con una sonrisa, y pensó: «Qué fácil».
Ahora no tenía salida, miraba otra puesta de sol desde la azotea de aquel edificio gris.
Un atardecer muy distinto.
Ella era perfecta, tanto que casi había arruinado su obra. Y ahora sentía un vacío inesperado. Debería sentirse completo, no vacío.
 Quedaba poco tiempo, ya oía el eco de las sirenas.
Había merecido la pena, por aquel momento en la nieve. Por haber hecho que su amor durase siempre.
Los pasos se acercaban.
Era el momento, todo o nada. Tenía que elegir.
Se acercó a la cornisa, y eligió la libertad.


Quise que el título diese una explicación a la historia, aunque no sé si con éxito. Arte. El relato comienza mezclando colores. La sangre, la nieve, la melena, los ojos, la puesta de sol...
Una pintura que acaba desgarrando, no queda claro si por su belleza o por su crueldad.
A veces creo que soy demasiado abstracta como para llegar a hacer algo bueno alguna vez... (que no se me entienda mal, simplemente que no plasmo todo lo que quiero plasmar).


Lágrimas afiladas

La sangre sobre la nieve es más roja, pensó. Se desplomó sobre la calle helada. El puñal manchado, a su lado.
«No remuevas el pasado», recordaba decir a su padre.
Maldijo aquel día en que encontró una amenaza en su buzón. «Asesinos», decía. Lo que creyó un desvarío terminó en una investigación que la había obsesionado. Su propio hogar como escenario de más de un crimen en el pasado. Había movido cielo y tierra para averiguar la verdad sobre aquella casa y sus inquilinos.
La pesadilla comenzó cuando encontró su apellido entre los sospechosos. ¿Todas aquellas amenazas surgirían, por error, de tal coincidencia? Su familia no estaba a salvo.
Cogió el teléfono, la policía la ayudaría.
No había línea. Huyó asustada.
Fuera estaba su padre. El dolor reinaba en su mirada cargada de lágrimas.
Sintió el metal en su vientre, pero fue aquella mirada la que acabó con su vida.



Y esta es la segunda historia. Sí, el título no es lo mejor que he hecho en la vida. A decir verdad es un poco un topicazo, traición y cortar la línea de teléfono :S. Lo que quería sobre todo expresar es que lo que la mató no fue aquel cuchillo. No todos los asesinatos conllevan mancharse las manos de sangre, ¿estáis seguros de que solo morimos una vez en nuestras vidas? Sí, no estoy muy cuerda a veces...


Para quien quiera ver quién fue el ganador (efectivamente, no fue una servidora :):
http://www.escueladeescritores.com/article2130.html  

En fin, solo son frustraciones de una niña rara que decía que quería ser escritora... y se acabó haciendo traductora.

domingo, 28 de febrero de 2010

Nos morimos por que llegue el verano...

Todos los domingos llega a mis manos de alguna forma la revista de El País semanal que acompaña al periódico cada semana. Es ya una costumbre hojearlo mientras desayuno, aunque no puedo evitar sentirme algo mal por leer este suplemento y no leer el periódico, cuando debería mantenerme al día en todas las cuestiones de actualidad.

En cuanto al suplemento, siempre leo los artículos que me interesan y hojeo por encima los que decido no leer de momento, y pensaréis: normal. Pero me he dado cuenta de que en esta ceremonia siempre leo los mismos artículos de opinión, y siempre me salto los mismos artículos de opinión. Hablo de los columnistas de esta revista. Los buenos están al final, es una opinión (o más bien me atrevería a decir que es una manía mía). De lo que no cabe duda es de que no me pierdo ni loca la imagen comentada de Jose Antonio Millán.

Y si hablo de manías es porque en algún momento decidí que Maruja Torres y yo habíamos terminado, y ya no leo sus artículos. Los de Ray Loriga, según el día. Del mismo modo que Almudena Grandes siempre me encandila con sus historias tan personales y universales, que Rosa Montero hace también que le preste atención o que Javier Marías consigue que lea un artículo pro toros cuando estoy en contra de la práctica taurina.

El proceso suele comenzar por leer el título y ese parrafito destacado en negrita en el artículo, y decidir si aventurarse a husmear entre sus letras o no. Pero en el caso de Maruja Torres, que qué culpa tendrá la mujer, pues tengo tendencia a pasar la página, mientras que con los dos columnistas del final siento la obligación de leer lo que escriben. Bueno, será porque en pocas ocasiones me he arrepentido de hacerlo.

De vez en cuando, algo llama tanto la atención, o me interesa lo suficiente, como para agarrar las tijeras y desgraciar a esta pobre revista. Encerrar ese reportaje o esa información en una carpeta azul donde conviven cosas de lo más diversas. Guardo varias cosas de este suplemento que han ido saliendo a lo largo del tiempo, entrevistas de personajes que me interesan, temas que me atraen...

En la pared de mi habitación tengo una imagen que comentó Juan José Millás en un número. Está encima de mi cama, es la fotografía de una niña palestina a cuya expresión Juan José Millás ponía diversos nombres. Recuerdo a gente que haya venido, la haya visto y se haya extrañado, ¿por qué colgar una foto del rostro de una niña que no conoces de nada? Una niña palestina en un campamento de refugiados... Esa niña, esa foto, es mi ventana al mundo. Intento asomarme por ella de vez en cuando en los momentos en que pierdo la perspectiva de las cosas.

Lo que quiero decir es que todo está hecho de detalles, con un detalle de repente entendemos, o nos acordamos o nos sentimos comprendidos. A veces puede parecer insignificante, pero con la poca comprensión que existe hoy en día, ganar un detalle es ganar una batalla.

Esto me ha pasado esta mañana, cuando leía el artículo "Elogio del verano" de Almudena Grandes (que grande es). Un artículo que ansía el calor del verano, dedicado a frioleros sin remedio. Me considero friolera empedernida, de las que lo pasan mal con el puñetero frío, vamos. Y ver así, en letras de imprenta y tan bien expresado algo que has pensado siempre, y que te han debatido siempre, es eso: sentirse de pronto comprendido, ver que uno no está loco, que hay más como tú. Un detalle tan tonto... pensaréis. Sí, puede ser. Pero es ese pequeño detalle incomprendido de siempre, de gente que no está de acuerdo y que no te entiende. El constatar que lo de "Te pones un jersey y punto" no es una verdad universal. El frío se te mete en los huesos, ¡benditos sean los 40º a la sombra! Y que conste que yo soy fiel a mis principios, no como esas personas con dos caras que en invierno sueñan con el mar, con las nubes en verano (gracias, Fito).

En fin, aquí dejo el artículo. Simplemente esta mañana me he sentido un poquito más comprendida, me he visto reflejada en esa pobre mujer de la que habla la escritora, que da por perdidos a sus pies que se convierten en témpanos de hielo.

Un artículo que va para mi carpeta de recortes azul, y que lo merece tanto como el resto de cosas que allí descansan.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Elogio/verano/elpepusoceps/20100228elpepspor_11/Tes