domingo, 28 de febrero de 2010

Nos morimos por que llegue el verano...

Todos los domingos llega a mis manos de alguna forma la revista de El País semanal que acompaña al periódico cada semana. Es ya una costumbre hojearlo mientras desayuno, aunque no puedo evitar sentirme algo mal por leer este suplemento y no leer el periódico, cuando debería mantenerme al día en todas las cuestiones de actualidad.

En cuanto al suplemento, siempre leo los artículos que me interesan y hojeo por encima los que decido no leer de momento, y pensaréis: normal. Pero me he dado cuenta de que en esta ceremonia siempre leo los mismos artículos de opinión, y siempre me salto los mismos artículos de opinión. Hablo de los columnistas de esta revista. Los buenos están al final, es una opinión (o más bien me atrevería a decir que es una manía mía). De lo que no cabe duda es de que no me pierdo ni loca la imagen comentada de Jose Antonio Millán.

Y si hablo de manías es porque en algún momento decidí que Maruja Torres y yo habíamos terminado, y ya no leo sus artículos. Los de Ray Loriga, según el día. Del mismo modo que Almudena Grandes siempre me encandila con sus historias tan personales y universales, que Rosa Montero hace también que le preste atención o que Javier Marías consigue que lea un artículo pro toros cuando estoy en contra de la práctica taurina.

El proceso suele comenzar por leer el título y ese parrafito destacado en negrita en el artículo, y decidir si aventurarse a husmear entre sus letras o no. Pero en el caso de Maruja Torres, que qué culpa tendrá la mujer, pues tengo tendencia a pasar la página, mientras que con los dos columnistas del final siento la obligación de leer lo que escriben. Bueno, será porque en pocas ocasiones me he arrepentido de hacerlo.

De vez en cuando, algo llama tanto la atención, o me interesa lo suficiente, como para agarrar las tijeras y desgraciar a esta pobre revista. Encerrar ese reportaje o esa información en una carpeta azul donde conviven cosas de lo más diversas. Guardo varias cosas de este suplemento que han ido saliendo a lo largo del tiempo, entrevistas de personajes que me interesan, temas que me atraen...

En la pared de mi habitación tengo una imagen que comentó Juan José Millás en un número. Está encima de mi cama, es la fotografía de una niña palestina a cuya expresión Juan José Millás ponía diversos nombres. Recuerdo a gente que haya venido, la haya visto y se haya extrañado, ¿por qué colgar una foto del rostro de una niña que no conoces de nada? Una niña palestina en un campamento de refugiados... Esa niña, esa foto, es mi ventana al mundo. Intento asomarme por ella de vez en cuando en los momentos en que pierdo la perspectiva de las cosas.

Lo que quiero decir es que todo está hecho de detalles, con un detalle de repente entendemos, o nos acordamos o nos sentimos comprendidos. A veces puede parecer insignificante, pero con la poca comprensión que existe hoy en día, ganar un detalle es ganar una batalla.

Esto me ha pasado esta mañana, cuando leía el artículo "Elogio del verano" de Almudena Grandes (que grande es). Un artículo que ansía el calor del verano, dedicado a frioleros sin remedio. Me considero friolera empedernida, de las que lo pasan mal con el puñetero frío, vamos. Y ver así, en letras de imprenta y tan bien expresado algo que has pensado siempre, y que te han debatido siempre, es eso: sentirse de pronto comprendido, ver que uno no está loco, que hay más como tú. Un detalle tan tonto... pensaréis. Sí, puede ser. Pero es ese pequeño detalle incomprendido de siempre, de gente que no está de acuerdo y que no te entiende. El constatar que lo de "Te pones un jersey y punto" no es una verdad universal. El frío se te mete en los huesos, ¡benditos sean los 40º a la sombra! Y que conste que yo soy fiel a mis principios, no como esas personas con dos caras que en invierno sueñan con el mar, con las nubes en verano (gracias, Fito).

En fin, aquí dejo el artículo. Simplemente esta mañana me he sentido un poquito más comprendida, me he visto reflejada en esa pobre mujer de la que habla la escritora, que da por perdidos a sus pies que se convierten en témpanos de hielo.

Un artículo que va para mi carpeta de recortes azul, y que lo merece tanto como el resto de cosas que allí descansan.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Elogio/verano/elpepusoceps/20100228elpepspor_11/Tes

No hay comentarios:

Publicar un comentario