lunes, 27 de junio de 2011

¡¡Salid de la rutina, break the habit, get out of your comfort zone!!

Aunque nos neguemos a aceptarlo, somos criaturas de hábitos, de costumbres, seguimos el camino trazado y cuando nos ponen una piedra que bloquea nuestro paso armamos revuelo, pataleamos y buscamos a quien nos ayude a sortearla.

¿Por qué no abrimos los ojos y vemos la cantidad de posibilidades a nuestro alrededor? ¿Por qué no vemos el sendero al lado del nuestro, el transversal, el que se aleja, el que se acerca o el que zigzaguea?

Quizá si uno se siente demasiado cómodo en la vida, no esté hacíendolo bien, ¿no? Es un viaje, es un reto, consiste en empujarnos hacia adelante, en dar un salto de fe, un paso con los ojos cerrados hacia el precipicio. Si nos quedamos quietos, no vivimos.

Un día nos saltamos la rutina, hacemos algo inconcebible para nosotros y se abre una ventana ante nosotros, un mundo nuevo. La sensación de la adrenalina que se desata en nuestro interior es la sensación más pura de la vida, la emoción y la esencia de la aventura. Y no hace falta embarcarse en ninguna odisea, solo salir de nuestro recorrido, desplazarnos por un momento de nuestra órbita, para sentir que dominamos nuestras vidas y que hay mil y una maneras más de vivir que no exploramos. Aceptar eso es entender la libertad.

Nos sorprenderíamos si nos diésemos cuenta de la cantidad de frenos que nos ponemos, de las trabas y muros que nos construimos nosotros mismos alrededor, sin que nadie en principio nos haya alentado a hacerlo. Creemos que somos capaces de todo, no nos damos cuenta de que entre nuestras ideas y nuestra realidad suele existir un abismo importante.

¿Qué más decir? Salid de la jaula personalizada, forzaros, no os quedéis en el camino fácil, en lo acogedor de vuestro mundo, vuestra manera de ver las cosas, y aventuraros a viajar, por otros mundos, otras visiones, otras mentes y otros lugares.

Sed la única persona a la que debéis explicaciones, la única que tiene toda la información para poder juzgaros, la única que realmente os conoce. Y aprended de los malos momentos, que son los que os dan forma, sin preocuparos de los buenos, porque venir vendrán y os encontrarán sonriendo.

Puede ser que así un día lejano en el tiempo, lleguéis a vuestra meta y podáis decir convencidos como dijo aquel gran poeta: Confieso que he vivido.